SI CONOCIERAS... (Jn 4, 10) Un rato de intimidad ¿Quieres, sacerdote mío, que echemos un rato de conversación aquí en mi Sagrario? De corazón a corazón. ¡Nos hace tanta falta a los dos ese ratito! A tí, para fortalecerte, orientarte y hacerte más bueno; a mí, para endulzar mis horas de abandono, para gozarme en hacerte bien y por ti a muchos hijos tuyos y míos y a los dos para desahogarnos y consolarnos mutuamente... Porque la verdad es que quien dice Corazón de Jesús o corazón de sacerdote, dice penas, ingratitudes muy negras, de espinas muy punzantes, de hieles…